Pero ¿quién es Chimamanda?

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Además de ser mujer, escritora, nigeriana, negra, ganadora la semana pasada del premio que conceden cada año los críticos neoyorquinos por Americanah,su más reciente novela, ¿quién es Chimamanda Ngozi Adichie?

Hay en la página del TED, organización creada en Estados Unidos para potenciar ideas que puedan transformar al mundo, un vídeo de Chimamanda. Fue su invitada en el 2009 y su charla ha sido vista por más de seis millones de internautas.

“Cuento historias”. Así, con una sola frase, definía su actividad esta novelista que arriba a los 36 años con tres novelas y un libro de relatos escritos en inglés, todos traducidos al español, y que inmovilizada en ese 2009 se disponía a hablar del peligro que implica la existencia de una sola historia, en un tema que es de ida y vuelta. El que la cuenta la impone, el que la recibe puede creerse que es la única.

Lo sabe por experiencia propia, adquirida en su infancia en una casa de clase media en la que habló y leyó muy rápido literatura inglesa y estadounidense y también muy rápido empezó a escribir historias en las que sus protagonistas eran rubios, de ojos azules, se desenvolvían en paisajes nevados y tomaban cerveza de jengibre, aunque ni la cerveza existiera en su natal Nigeria ni la nieve cayera en Nsukka, ciudad donde pasó su infancia.

Por fortuna para la futura escritora, también llegaron a sus manos autores como su conterráneo Chinua Achebe, padre de la literatura africana moderna, o el guineano Camara Laye, que la salvaron de los personajes que describía en sus primeras letras y la centraron en su Nigeria, desde la cual Chimamanda cuenta y se cuenta, descubre y se descubre, porque es innegable que el escritor, en este caso la escritora, es él o ella de muchas maneras en lo que escribe.

Una Chimamanda que vive y concilia Nigeria, en África, continente que sigue siendo un desconocido, y Estados Unidos, donde inicia la narración de Americanah (Literatura Random House, traducción de Carlos Milla Soler) y en la que Ifemelu puede distinguir por sus olores las ciudades americanas que ha visitado. Tal vez un poco de la Chimamanda que vive y recibe premios en Occidente y regresa todos los veranos a Lagos para dictar talleres de escritura en la sede del Fondo Farafina, que creó con su editor nigeriano para impulsar la lectura y la escritura.

FUENTE: EL PAÍS IMAGEN: EL PAÍS

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